Tema 1.- La Génesis de la Epidemia de la Obesidad.
Desde los años 70 la obesidad aumentó en el mundo. En la actualidad, el consejo tradicional de comer menos no da resultado pues esta enfermedad no para.
¿Qué está mal con la teoría de reducir calorías?
Expliquemos las cosas desde el principio. No siempre reducir calorías fue la receta aceptada para perder peso. Pues incluso en épocas donde el alimento fue abundante, los individuos de las sociedades tradicionales rara vez se volvían obesos. Así que a la hora de especular sobre las causas de la obesidad, muchos creyeron que eran los carbohidratos refinados, el azúcar y la harina.
En 1825, Anthelme Savarin, publica el libro “La Fisiología del Gusto” donde describe que son las harinas quienes causan obesidad.(*) Por esto Anthelme Savarin es considerado el padre de la dieta baja en carbohidratos.
En 1863, William Banting, un empresario inglés, publica un libro donde narra su propio éxito bajando de peso con una dieta baja en azúcar y harinas.(**). Este texto es considerado el primer libro de dietética del mundo.
Durante la mayor parte del siglo 20 fue aceptado que los carbohidratos procesados causaban obesidad.
El problema empezó con el aumento de las enfermedades del
corazón que se produjo entre 1900 y 1960. Como se creía que el colesterol era
el culpable de estas enfermedades, se pensó que comer grasas era la causa. Fue
una suposición falsa.
Lo que sucedía es que con el mayor uso de antibióticos y vacunas, la gente dejó de morir por neumonía, tuberculosis o infecciones intestinales. En cambio las personas vivieron más años y las enfermedades del corazón son más frecuentes a mayor edad. Las grasas no eran la causa.
De hecho, el nutricionista británico John Yudkin, al estudiar la dieta y las enfermedades del corazón, no encontró que las grasas sean las culpables. (***)(****). En su libro, Yudkin culpa al azúcar de los problemas de corazón y obesidad.
Hay 3 macronutrientes grasas, proteínas y carbohidratos. Como la grasa empezó a ser considerada mala, había que decidir entre proteínas o carbohidratos. Pero como la proteína de la carne o la leche tiene mucha grasa solo quedaban los carbohidratos.
Ahora había un dilema, los carbohidratos eran buenos porque no tenían grasas pero malos porque engordaban.
Los expertos en nutrición, convencidos del daño que causaban
las grasas, decidieron que los carbohidratos ya no engordaban. ¿Quién lo hacía?
La respuesta se venía fraguando desde inicios del siglo 20.
Sin evidencia concluyente, algunos apoyaron la teoría de comer menos calorías
para bajar de peso. Recuerden, SIN EVIDENCIA CONCLUYENTE.
Por ejemplo, en 1918, la doctora Lulu Hunt Peters, quien era médica y columnista, en su libro aconsejaba una dieta baja en calorías (1200/día) para adelgazar.
De este modo, el debate científico hasta los años setenta
oscilaba entre culpar a los carbohidratos o a las grasas (llenas de calorías) de la obesidad.
En Estados Unidos, la disputa se solucionó en 1977. Sin
debate ni descubrimiento científico, el senado,
decretó que las grasas causaban enfermedades del corazón y las calorías
obesidad.
Los políticos decidieron que los objetivos dietéticos para la población eran aumentar el consumo de carbohidratos y reducir el de grasas. Muchos recursos se destinaron para promover esta idea en la población. De esta manera el consumo de carbohidratos refinados aumentó, pero se redujo el de grasas y proteínas animales.
Aumentó el consumo de pan, pasta y azúcar pero disminuyó el
de carne, pollo, pescado, leche, queso y huevos.
¿Cuál fue el resultado? Las enfermedades del corazón no disminuyeron, pero la obesidad aumentó de manera drástica casi desde 1977.
El problema fue que las investigaciones de esa época fueron mal interpretadas. Se obtuvieron relaciones de causalidad de estudios que no estaban diseñados para eso. Es decir, los estudios realizados no podían concluir que la grasa causaba problemas de corazón ni las calorías obesidad.
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