El Estado Inflamatorio de la Obesidad.
La obesidad
causa muchas enfermedades por dos razones. La primera razón es que una persona
obesa tiene demasiada insulina y la
segunda razón es que el exceso de grasa en el cuerpo produce inflamación.
La insulina
es una hormona que aumenta nuestras reservas de grasa. Cuando producimos
demasiada insulina nos volvemos obesos y el exceso de grasa en el cuerpo
produce varias sustancias que causan inflamación.
De hecho
actualmente se conoce que, en las personas obesas, el exceso de insulina y el estado
inflamatorio producen muchas enfermedades como diabetes, hipertensión,
artritis, hígado graso, ovario poliquístico, infartos cardíacos, derrames
cerebrales, entre otras. (*1)
Una persona
de peso normal tiene poca grasa bajo la piel, esta se conoce como tejido
adiposo subcutáneo y es normal. Sin embargo cuando una persona come demasiado,
el exceso de comida se almacena como grasa entre las vísceras, hígado, corazón
y páncreas.
El tejido
adiposo bajo la piel, que tienen las personas de peso normal, no causa
problemas. Sin embargo, en las personas obesas, el tejido adiposo visceral es
un órgano endócrino (*2) (*3) que produce varias hormonas y sustancias
relacionadas con la inflamación(*4).
La
inflamación es un mecanismo de defensa. Nuestro cuerpo se inflama cuando sufre
una agresión mecánica (como un golpe o corte) o biológica (por bacterias, virus
o parásitos) o de otro tipo. Podríamos pensar en la inflamación como nuestro
propio ejército protector.
Supongamos
que recibimos un pequeño corte con un cuchillo en nuestra mano. Inmediatamente
el tejido dañado produce sustancias (llamadas citoquinas) que pasan a la
circulación y les dicen a los soldados de nuestra sangre (los glóbulos blancos)
que deben ir a la zona agredida.
Las citoquinas
son como mensajes que envían los tejidos dañados. Estos mensajes avisan a
nuestros glóbulos blancos que deben ir a un combate. Esta batalla se produce
para protegernos de organismos externos como bacterias, virus o parásitos.
Al final,
el tejido dañado debe regenerarse cuando termina la agresión aunque posterior a una batalla
siempre queda todo arruinado y es lo que conocemos como pus.
Pero ¿En
qué se relacionan la inflamación y la obesidad?
La
situación es que el tejido adiposo normalmente soporta una pequeña cantidad de
grasa. Sin embargo, en el caso de la obesidad, el tejido adiposo visceral debe
soportar cantidades grandes de grasa y esto el cuerpo percibe como una
agresión.
Es como si
el exceso de grasa fuera algo tóxico para el propio tejido adiposo. Y como todo
tejido, cuando se siente agredido, se inflama y produce citoquinas (mensajeros
que pasan a la sangre y les dicen a los glóbulos blancos que deben preparase
para una batalla).
El problema
de la obesidad es que si una persona no baja de peso y continúa con mucha
grasa, la inflamación persiste en el tiempo y no se resuelve. Al final, la
obesidad es como un estado inflamatorio generalizado de larga duración en el
que el cuerpo está inundado de citoquinas y glóbulos blancos activados
permanentemente.
Aunque la
función principal de la inflamación es protegernos de organismos externos, si
esta no se resuelve, los glóbulos blancos activados permanentemente y las citoquinas
dañan órganos y tejidos del propio cuerpo como el cartílago de las rodillas
causando artritis o las arterias del corazón causando infartos.
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