Tema 10.- Resistencia a la Insulina y Obesidad.
En los años 60, en Estados Unidos, ya se comían galletas Oreo, pan blanco y bebidas azucaradas. Sin embargo, la obesidad no era común. Esto es porque las personas tomaban solo tres comidas al día y no comían refrigerios.
Los
carbohidratos refinados y el azúcar son los alimentos que más suben nuestra
Insulina. Esta hormona regula y aumenta las reservas de grasa. Así que tiene
sentido pensar que comer pocos
carbohidratos refinados nos hará bajar de peso.
Sin embargo
ahora sabemos que esto no es del todo cierto. Actualmente hay estudios que
concluyen que para desarrollar obesidad, la frecuencia de las comidas es más
importante que el tipo de alimentos usados (*1). ¿Por qué? Por la resistencia a
la insulina.
Cuando comemos muchos carbohidratos refinados sube demasiado la glucosa en nuestra sangre. Para deshacerse de este exceso tóxico, el cuerpo produce mucha insulina. Esta hormona hará que la glucosa salga de la sangre y se guarde en el hígado y el tejido graso.
Tener elevados, a veces, los niveles de insulina no da problemas. Pero, si comemos varias veces en el día, los niveles altos de insulina serán persistentes y engordaremos. Una forma del cuerpo de defenderse de tanta insulina es “ignorándola” o volviéndose resistente a ella.
El exceso de una sustancia en el cuerpo siempre crea resistencia. Por eso solo liberamos niveles altos de hormonas en ciertos momentos. Por ejemplo, la melatonina (que nos ayuda a dormir) y la hormona de crecimiento se secretan solo en ciertos momentos cuando dormidos.
Es decir, la
resistencia depende de la cantidad de hormona, pero también de un estímulo
persistente en el tiempo. Por eso, después de un breve pulso de mucha hormona,
los niveles descienden. Así, el cuerpo evita que nos hagamos resistentes.
Actualmente
comemos demasiadas veces en el día. Comer con frecuencia mantiene la insulina
alta de manera persistente, así engordamos y
creamos resistencia. Se pierde el equilibrio entre períodos cortos de
mucha insulina con períodos largos de poca hormona.
De hecho, una encuesta estadounidense concluyó que en 1977 las personas comían (en promedio) solo 3 veces al día, mientras que en 2003, esa cantidad ascendía a 5 o 6 veces (*2). Sin embargo en los años 60 y 70 todavía no era frecuente la obesidad. En cambio actualmente comemos con demasiada frecuencia 5, 6 o más veces al día, esto mantiene nuestros niveles de insulina constantemente elevados y nos hace engordar y trae problemas adicionales.
Anteriormente
explicamos que el exceso de una sustancia crea resistencia. Esta se produce con
las hormonas, pero también con otros sistemas biológicos. Un ejemplo bien
conocido es la resistencia a las drogas (narcóticos, marihuana, nicotina,
alcohol, etc).
La primera vez que una persona se droga, siente un efecto muy intenso. Sin embargo en las siguientes ocasiones el efecto es más débil. Lo que sucede es que las drogas producen un estímulo demasiado fuerte en el cerebro, este trata de "defenderse" y volver a su estado normal. Por ejemplo, en el caso de la cocaína, esta debe unirse a unos receptores en el cerebro para causar euforia. Como esta sensación es demasiado intensa, el cerebro se "defiende" reduciendo el número de receptores. De esta manera el efecto será cada vez menor.
Es decir, la persona se vuelve resistente a la droga. Al inicio, la sensación será muy intensa, pero con el tiempo, un adicto necesitará más cocaína para tener el mismo efecto. El problema es que más droga empeora la resistencia.
Pasa igual
con la insulina. Si una persona come con mucha frecuencia los niveles de insulina estarán constantemente elevados y el cuerpo se "defenderá" reduciendo el número de receptores. Entonces, la insulina disminuye su efecto y
desarrollamos resistencia. Es decir, la insulina deja de cumplir su función primordial que es sacar de la circulación el exceso de glucosa. A pesar de tener niveles constantemente altos de insulina, los niveles de glucosa también permanecen elevados. Sobre este tema hay varios estudios.
Por ejemplo,
investigaciones en voluntarios sanos concluyeron que administrar cantidades
altas (*3) o normales (*4) de insulina
por 40 ó 96 horas seguidas, respectivamente, produce resistencia a la insulina. Es decir el cuerpo se defiende de tanta hormona "ignorándola" para que los niveles de glucosa no bajen demasiado.
Otro caso es el insulinoma, un tumor en el páncreas que produce mucha insulina de manera constante. El cuerpo, para defenderse de tanta insulina, se vuelve resistente a ella (*5). De otra forma, bajaría tanto la glucosa en sangre que un paciente podría morir.
Es un círculo vicioso. Cuando comemos muchas veces en el día se produce resistencia a la insulina. Con el tiempo, el cuerpo produce más insulina para vencerla y engordamos. Pero más insulina empeora la resistencia. Es un mecanismo que se auto refuerza.
Por eso en los años 60 no era frecuente la obesidad. Las personas comían solo 3 veces al día y esto evitaba la resistencia a la insulina. Sin embargo, se han creado mitos sin sustento para convencernos que comer 5 o más veces al día nos hará bajar de peso.
Por ejemplo,
se piensa que comer con frecuencia evita el hambre, sin embargo hay estudios
recientes que no apoyan esta idea (*7). Otro mito es que comer varias veces
aumentará el metabolismo, sin embargo este efecto es muy pequeño y no hará que una persona adelgace (*8).
Por último, se cree que comer con frecuencia evita que baje la glucosa en sangre. Sin embargo el cuerpo tiene mecanismos para lidiar con ayunos largos, incluso de meses (*9). Por ejemplo, cuando ayunamos el cuerpo puede usar la grasa almacenada para formar nueva glucosa.
De esta
manera, ahora podemos entender que los refrigerios y en general las entre
comidas no nos ayudarán a adelgazar. Para bajar de peso debemos lidiar con la
resistencia a la insulina y por eso es mejor comer solo 3 veces al día.
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