Tema 18.- El Miedo a las Grasas - Segunda Parte.
Durante varias décadas, de manera errónea y sin evidencia suficiente, se creyó que las grasas engordaban y que las grasas saturadas causaban problemas de corazón. Sin embargo ahora sabemos que nada de eso es cierto.
De hecho, El
estudio Framingham (en Massachusetts) inició en 1948 y duró varias décadas.
Estudió los hábitos y la dieta de sus habitantes a los cuales se les realizó
exámenes de sangre cada dos años. Nunca mostró relación entre la grasa saturada
y las enfermedades de corazón(*10).
Pero ¿Por qué
se satanizó tanto a las grasas?
Fue una
cascada de errores de interpretación que iniciaron en los años 50 cuando el
doctor Ancel Keys advirtió que los trabajadores italianos tenían pocas
enfermedades de corazón. La dieta que llevaban (mediterránea) era baja en
grasas sobre todo de origen animal (saturadas).
Así, el doctor Ancel Keys formuló la hipótesis de que los altos niveles de colesterol causan enfermedades de corazón y comer pocas grasas tenía efecto protector. Con esto en mente Keys (uno de los gigantes de la ciencia nutricional moderna) desarrolló el Estudio de 7 Países.
Esta
investigación comparó las tasas de enfermedades de corazón con diferentes
factores dietéticos y de estilos de vida entre varias naciones. Al final, en
1970, arrojó varias conclusiones importantes con respecto a las grasas (*11).
Una de ellas
fue que las grasas saturadas (animales) estaban relacionadas directamente con
los niveles de colesterol. Y estos últimos estaban asociados con las
enfermedades cardíacas. Esto es lo que se conoce como LA HIPÓTESIS DE LA DIETA
Y EL CORAZÓN.
Sin embargo,
el Estudio de 7 Países presentaba varios problemas. Uno de ellos era que no
podía demostrar relaciones de causa efecto porque era un estudio correlacional.
Este tipo de estudios solo pueden generar hipótesis que deben probarse por
medio de estudios más rigurosos.
La asociación
entre la ingesta de grasas saturadas y las enfermedades del corazón no era una
prueba de que las grasas saturadas causen estas enfermedades. Algunos
reconocieron la falla y estuvieron en contra de hacer recomendaciones
dietéticas a partir de pruebas tan frágiles(*12)
Así, se
satanizó a las grasas saturadas
(animales) y esto redujo su consumo. La consecuencia de reducir la ingesta de
grasa animal fue que aumentó el consumo de grasas provenientes de vegetales no
aceitosos como la soya o el maíz.
Como la soya y
el maíz tienen un contenido bajo en grasa, el consumo humano de estos aceites
había sido bajo a lo largo de la historia. Sin embargo se crearon técnicas para
procesar toneladas de maíz y obtener cantidades grandes de aceites a los que no
estábamos acostumbrados.
Estos aceites
vegetales tienen ácidos grasos
poliinsaturados omega 6 los cuales son inflamatorios. Diferentes a los ácidos
grasos omega 3 que son antiinflamatorios y se los encuentra principalmente en
nueces y ciertos pescados como las sardinas y el salmón.
El problema
es que actualmente sabemos que los infartos de corazón y derrames cerebrales
son afecciones inflamatorias. Los infartos se producen cuando un coágulo de
sangre tapona una arteria del corazón lo que le deja sin oxígeno y causa un
infarto.
Sin embargo,
el coágulo de sangre proviene de una placa rota en la arteria. Una placa es una
zona estrecha y dura de una arteria que se produce en respuesta a una lesión en
la pared de esta. Y es la lesión la que da lugar a una respuesta inflamatoria.
Es así que la
inflamación produce una acumulación de colesterol, células inflamatorias y
engrosamiento de la propia arteria. Estos tres componen la placa que cuando se
rompe libera un coágulo capaz de tapar las arterias del corazón.
Es por esto
que los infartos no se producen simplemente por niveles de colesterol altos
sino que son afecciones inflamatorias que podrían empeorar cuando ingerimos
aceites vegetales altos en ácidos grasos omega 6 (muy inflamatorios).
Así, los
aceites vegetales no solo son inflamatorios, además son la base de las
terribles grasas trans artificiales. Estas se crearon en 1902 cuando se
descubrió que se podía introducir hidrógeno a los aceites vegetales, transformando
la grasa poliinsaturada en saturada.
Las grasas
saturadas reciben este nombre porque en su composición química están SATURADAS
de hidrógeno. Esto les permite a las grasas trans (saturadas artificialmente a
partir de grasas vegetales poliinsaturadas) ser más estables y durar más.
Como las grasas
trans artificiales duran mucho, ayudan a conservar alimentos como pasteles,
alimentos fritos y galletas en funda. También están en la margarina y son los
aceites preferidos por varias cadenas de comida rápida. Por ser de origen
vegetal se creía que eran saludables.
Sin embargo,
en 1990, investigadores holandeses
observaron que el consumo de grasas trans aumentaba el colesterol LDL
(malo) y disminuía el colesterol HDL (bueno) (*13).Por eso, aumentar el consumo
de grasas trans un 2% sube el riesgo de enfermedad cardíaca en un 23%.(*14)
Las grasas
trans artificiales fueron las causantes de que se satanizara durante décadas a
las grasas saturadas (animales). Lastimosamente a las dos se las estudió como
si fueran las mismas. Sin embargo ahora sabemos que son grasas distintas.
Las grasas saturadas son beneficiosas, las trans son perjudiciales. Al final nunca hubo evidencia de que las grasas causen obesidad o las grasas saturadas causen enfermedades cardíacas. Las grasas fueron satanizadas con pocos argumentos lo que nos condenó a décadas de obesidad.
También puedes ver la primera parte de este artículo en el siguiente enlace:
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