Tema 8.- El Estrés y la Obesidad.
Cuando
tenemos preocupaciones o dormimos pocas horas aumenta una hormona en nuestra
sangre que se llama cortisol. Esta se conoce como la hormona de estrés y se
sabe que nos engorda, sobre todo en el abdomen.
De hecho, varios estudios asocian una mayor circunferencia del abdomen con altos niveles de cortisol, no solo en sangre sino también en orina (*1), saliva (*2) y cabello (*3). A todo esto cabe preguntarnos ¿Por qué las preocupaciones y el cortisol nos engordan?
El cortisol
se produce en la corteza de unas glándulas que se llaman suprarrenales por
estar arriba de los riñones.
Esta hormona
nos prepara para un evento estresante. Por ejemplo, en la época del paleolítico
nos preparaba para la lucha o la huida de algún cazador.
Nuestro
cuerpo produce cortisol para que el hígado y el tejido graso liberen glucosa
hacia la circulación por un breve período de tiempo. El exceso de glucosa en
sangre se llevará a los músculos para que tengan energía y podamos superar el
evento estresante. Los seres humanos evolucionamos para que el cortisol se
libere durante un breve período de tiempo mientras pasa el peligro. Al final, o
bien lográbamos escapar o terminábamos muertos. En breves períodos de tiempo el
cortisol no nos causa problemas.
Sin embargo,
en los tiempos modernos, tenemos eventos estresantes que no se resuelven y
pueden durar mucho tiempo. Por ejemplo problemas en el hogar, el trabajo, las
deudas, entre otros pueden elevar nuestros niveles de cortisol por meses.
Si un evento
estresante dura mucho tiempo, aumenta el cortisol y se libera mucha glucosa a
la sangre. Altos niveles de esta sustancia son tóxicos. Así que el cuerpo
produce más insulina para llevar el exceso de glucosa hacia el hígado y el
tejido graso (así engordamos).
Es así que
varios estudios demuestran que el estrés a largo plazo aumenta el cortisol y la
insulina (la hormona que nos hace engordar). En 1998 se realizó una
investigación que vinculó los niveles de estrés autopercibidos con mayor
cantidad de cortisol e insulina en sangre (*4).
También en
contextos experimentales se observa que administrar altas dosis de cortisol
aumenta un 36% la insulina (*5). Además, ciertas formas de cortisol sintético,
como la prednisona, elevan los niveles de glucosa 6,5% y los de insulina 20%
(*6).
Si esto es
cierto, en sentido contrario la reducción de cortisol debe bajar los niveles de
insulina. Esto se observó en personas con trasplantes de órganos, quienes
recibían cortisol sintético para que el cuerpo no rechace el órgano. Según un
estudio hecho en 2002 en pacientes con trasplantes, cuando se les retiró el
cortisol la insulina bajó un 25% (*7).
Pese a estos
datos todavía nos queda por saber si hay evidencia de que el cortisol causa
obesidad. ¡Sin duda!
El síndrome
de Cushing es una enfermedad que se caracteriza por producir cortisol en
exceso. En estos pacientes, varios estudios han mostrado que el 94%
experimentan aumento de peso corporal (*8) y un 97% aumento de peso en el
abdomen (*9).
Lo contrario
pasa en la enfermedad de Addison, un problema de salud donde las glándulas
suprarrenales están dañadas y producen poco cortisol. Estudios en estos
pacientes muestran que el 97% de participantes con esta enfermedad pierden peso
(*10).
Es así que
concluimos que las preocupaciones y el estrés nos hacen engordar porque el
cortisol eleva la glucosa en sangre y estimula la producción de insulina. Al
final es esta hormona (insulina) la que nos sube de peso porque regula las
reservas de grasa en el cuerpo.
Con todo esto
es más sencillo entender por qué dormir poco engorda (*11). Al ser la privación
del sueño un potente factor de estrés psicológico, dormir poco estimula el
cortisol. Esto, a su vez produce altos niveles de insulina que nos hacen
engordar.
De hecho, Una
sola noche de privación del sueño puede elevar el cortisol más de un 100%
(*12). Además, en voluntarios sanos, tras 5 días de restricción del sueño la
insulina se elevó un 20% (*13). Pero el problema no queda ahí.
Las hormonas
del hambre (grelina) y la saciedad (leptina) siguen un ritmo diario que se
altera cuando dormimos poco. Es así que varios estudios han demostrado que la
corta duración del sueño se asocia con más apetito debido a que aumenta la grelina
y disminuye la leptina(*14).
Con esto en mente, ahora podemos entender que controlar el estrés y dormir lo suficiente es esencial en cualquier plan de pérdida de peso.
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