Los Mitos Sobre el Ayuno Intermitente.
A pesar de que actualmente se conocen bien que el ayuno
tiene beneficios, todavía se cree -erróneamente- que ayunar es malo para la
salud. Se piensa esto porque, creemos que, si no comemos, nos faltarán nutrientes
necesarios para sobrevivir.
Y a partir de esta creencia errónea, se piensa que ayunar
nos restará energía para nuestras actividades diarias o acabará con nuestra
musculatura. También se piensa que ayunar volverá nuestro metabolismo lento o
que nos engordará por qué hará que tengamos apetito y comeremos más.
Sin embargo todos estos mitos son falsos. Y aunque parezca
redundante, ayunar es un método muy bueno para perder peso y es seguro para la
salud. De hecho, en 1973 se monitorizó el caso de un hombre obeso que ayunó 382
días y bajó 120 kilos sin presentar problemas de salud.
Siendo así, en esta sección explicaremos por qué son falsos
los mitos que desprestigian al ayuno y también por qué –contrariamente, a lo
que se cree- el ayuno es beneficioso.
Un mito muy difundido es que ayunar volverá nuestro
metabolismo lento, sin embargo, esto no es cierto. La tasa metabólica basal (o
lo que se conoce comúnmente como metabolismo) es la cantidad de energía (o
calorías) diarias que usa nuestro cuerpo para sus funciones básicas.
Las funciones básicas del cuerpo son la digestión, la
respiración, el latido del corazón, etc. Si nuestro cuerpo usa más o menos
energía para estas funciones, se dice que el metabolismo es más rápido o más
lento. Sin embargo la tasa metabólica basal varía según algunos factores.
Estos factores (que vuelven más lento o más rápido nuestro
metabolismo) son el sexo, la edad, entre otros. También la cantidad de comida
que ingerimos vuelve más rápido o más lento nuestro metabolismo. Por ejemplo,
si comemos mucho, nuestro metabolismo se acelera.
Esto en un intento del cuerpo de quemar el exceso de comida
que ingerimos. En cambio, si comemos menos, nuestro metabolismo se vuelve más
lento. Esto en un intento del cuerpo de no “quedarse sin combustible” para su
funcionamiento.
Por eso, cuando una persona come menos de lo habitual suele
sentir frío, baja su presión arterial, su ritmo cardíaco, se vuelve lenta su
digestión entre otras funciones básicas. Es decir, el cuerpo usa menos energía
para sus funciones básicas, su metabolismo se vuelve lento.
De esta manera en estudios realizados con personas que
redujeron su consumo de calorías, de 2500 a 1500, se observó que su tasa
metabólica basal disminuyó un 25-30%. Siguiendo esta misma lógica se cree que
el ayuno volverá aún más lento nuestro metabolismo.
Sin embargo reducir el consumo de calorías a 1500 y reducir
a cero (es decir ayunar) tiene efectos fisiológicos distintos. Cuando ayunamos
el cuerpo produce una gran cantidad de noradrenalina. Esta es una hormona que
acelera nuestro metabolismo.
Es decir, la noradrenalina es una hormona que acelera
nuestro ritmo cardíaco, sube nuestra presión arterial, aumenta el peristaltismo
intestinal y quema de grasa, etc. Es decir que el ayuno no ralentiza nuestro
metabolismo sino que lo vuelve más rápido.
De hecho en un estudio se vio que cuatro días de ayuno
seguidos aumentan un 117% los niveles de noradrenalina y un 12% la tasa
metabólica basal. De esta manera otro estudio muestra que 22 días de ayuno en
días alternos aumenta la quema de grasas un 58%.
Pasando de quemar 64
gramos al día de grasa a 101 gramos. Es decir, ayunar hace que aumenten
nuestros niveles de noradrenalina lo que acelera nuestro metabolismo haciendo
que el cuerpo queme más grasas y así obtenga más energía para sus funciones
básicas.
Otro mito muy extendido es creer que cuando ayunamos
quemaremos músculo. Sin embargo esto no es posible porque nuestro cuerpo solo
“quema músculo” cuando tenemos menos de 4% de grasa corporal. Para tener una
referencia, un maratonista tiene un 8% de grasa corporal.
Y a pesar de tener muy poca grasa, un 8% le permitiría a una
persona vivir sin alimentos por semanas. Si una persona tiene obesidad o
sobrepeso no tiene de que preocuparse porque no le falta grasa, le sobra.
Por eso estudios sobre el ayuno muestran, por ejemplo, que
ayunar en días alternos por 70 días redujo el peso corporal de los
participantes en un 6%, el tejido graso disminuyó un 11,4% y el tejido magro (músculo y huesos)
no cambió en absoluto.
Esto sucede porque durante el ayuno, el cuerpo secreta una
gran cantidad de hormona de crecimiento, la cual ayuda a mantener la masa
corporal magra (músculo y huesos).
Además, cuando una persona ayuna, su cuerpo empieza a usar
las reservas de glucosa que hay en el hígado para obtener energía. Sin embargo,
estas reservas son limitadas y cuando se agotan, el cuerpo empieza a usar la
grasa almacenada para obtener energía.
Esto ayuda a que los niveles de glucosa en sangre se
mantengan normales y también a que nuestro cerebro funcione con normalidad. Por
eso también es mentira que el ayuno nos restará energía o capacidad intelectual
para nuestras actividades diarias.
Lo que sucede es que las grasas en nuestro cuerpo están en
forma de triglicéridos. Se llaman así porque tres moléculas de ácidos grasos
están ancladas a una molécula de glicerol. Cuando quemamos grasas, el hígado puede transformar
el glicerol en nueva glucosa.
Además, los ácidos grasos pueden proveer de energía a casi
todas las células del cuerpo menos al cerebro. Sin embargo, como resultado del
metabolismo de las grasas, se producen cuerpos cetónicos (o cetonas). Estos
pueden proveer de energía a las células
del cerebro.
De hecho, durante el ayuno, los cuerpos cetónicos pueden
proveer hasta el 75% de la energía que
requiere el cerebro para funcionar. Y el otro 25% se puede obtener de la
glucosa que se produce en el hígado a partir del glicerol de las grasas.
Otro mito es creer que después de ayunar comeremos más para
compensar y esto nos hará subir mucho de peso. Sin embargo esto no es cierto
pues los estudios que existen muestran que la ingesta de comida después del
ayuno aumenta pero sólo ligeramente.
De esta manera, los estudios muestran que el día después del
ayuno, el consumo calórico en promedio pasa de 2436 a 2914 calorías. Sin
embargo, si tomamos en cuenta las 4872 calorías que se hubieran consumido en
dos días, todavía habría un déficit de 1958 calorías.
Es decir, el exceso de comida que hay al día siguiente de un
ayuno no compensa el déficit total de calorías que se obtuvo.
Este déficit de alimentos –en general- podría privarnos de
algunos micronutrientes. Esto podría pasar en ayunos largos de más de 24 o 36
horas, en los que puede ser aconsejable un multivitamínico general para
prevenir cualquier déficit de micronutrientes como vitaminas o minerales.
En cambio en ayunos cortos de hasta 24 horas no deberíamos
tener ninguna deficiencia de micronutrientes pero es importante revisar algo
sobre los macronutrientes, es decir, grasas, proteínas y carbohidratos.
No hay carbohidratos esenciales que el organismo necesite
para funcionar, pero si hay aminoácido esenciales presentes en ciertas
proteínas y también hay ácidos grasos esenciales presentes en algunas grasas. Se llaman esenciales
porque son indispensables para la salud.
Además, los aminoácidos y ácidos grasos esenciales no pueden
formarse en el cuerpo por lo que necesitamos obtenerlos de la dieta.
Así que, durante los períodos que no ayunamos podríamos
llevar una dieta baja en carbohidratos procesados para comer más grasas
saludables y proteínas. Esto nos ayudaría a no tener ningún déficit de
aminoácidos ni ácidos grasos esenciales.
De esta manera, ahora sabemos que podemos ayunar sin ningún
temor pues, el ayuno, no solo, es muy conveniente para bajar de peso, sino
también que, es seguro porque no tiene efectos secundarios. Más bien ayunar es
beneficioso para la salud.
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